La última ejecución pública en Almodóvar del Campo. Los reos de Almodóvar, año 1892. Parte 1.

A las ocho de la mañana del día 7 de diciembre de 1892 las campanas de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Almodóvar del Campo, comienzan a repicar. Es la señal de que los Hermanos de la Paz y la Caridad se acercan a la cárcel local para acompañar a los reos Eugenio Martín Olivares y Jorge Martínez Gaspar al lugar donde se procederá a la ejecución de su sentencia. Desde la cárcel y tras haber escuchado misa, subido cada reo en un burro, comienzan el recorrido que les llevará  hasta donde se ha instalado el patíbulo, las eras del prado, cercanas al inicio del camino que se dirige hacia la aldea de Tirteafuera y también hacia el nuevo cementerio. El pueblo en masa se dispone a ambos lados del recorrido de la siniestra procesión. El ambiente frío y seco del amanecer en diciembre ha dejado una fina capa de escarcha sobre el horizonte, lo que unido al sonido de un cajón destemplado que abre la comitiva y el choque de las herraduras de los burros contra las piedras, en medio de un solemne silencio, transmite de forma conmovedora la sensación de tristeza y rabia que resume el sentir de un pueblo que había luchado hasta el final por conseguir la conmutación de la pena capital.

Dibujo de una ejecución pública a finales del siglo XIX. Le progre Illustre, 1892-02-21. Portada.

Desde el Ayuntamiento se habían realizado, en los meses previos a la fecha de autos, numerosas gestiones para conseguir el indulto. Una comisión presidida por nuestro Alcalde, D. Benigno Correal, gestionó en nombre del propio ayuntamiento, del clero y de los propietarios, el indulto de Jorge y Eugenio, condenados meses atrás, por la audiencia de Ciudad Real, al habérseles considerado culpables de cometer el homicidio de Críspulo Álvarez. La comisión habló en octubre de 1892 con los señores Ministros de Gracia y de Justicia de la Corte y contó con el apoyo del ex diputado a Cortes por el distrito de Almadén y Concejal del Ayuntamiento de Madrid, D. Luis Felipe Aguilera. Los esfuerzos de la comisión continuaron  a través de otras gestiones realizadas por los Sres. Barnuevo y Gutiérrez de la Vega, Diputados a Cortes por los distritos de Alcázar é Infantes, sin lograr el humanitario fin que perseguían.

Los reos, esposados y con la mirada perdida siguen su camino hacia el patíbulo. Llegan al Altozano y se disponen a enfilar la última parte del recorrido. Algunas voces rompen el silencio reclamando clemencia. Sobre el borrico a Eugenio se le agolpan en su mente los recuerdos — ¡cómo he podido acabar así!— piensa para sí mismo, y comienza a repasar lo sucedido hasta llegar a este momento.

Otoño de 1890, todo lo habían dejado preparado, los rifles estaban escondidos cerca del puente sobre el rio Tablillas sito en el camino que va hacia Minas de Horcajo, en pleno valle de Alcudia. Por la mañana temprano Eugenio y Jorge salen desde Minas de Horcajo hacia ese punto, en lo que parecía una jornada normal de regreso a sus respectivas casas sitas en Mestanza. Al llegar al punto donde escondieron los rifles, recogen éstos y esperan, acostados bajo unas encinas, a que pase su víctima. El tiempo pasa lentamente y la tensión sube. Todo está tranquilo y únicamente se escucha el susurrar del viento y el graznido de algunas aves. De repente aparece la silueta de un jinete a lo lejos, la tensión y nervios aumentan, tenía que ser él.

Críspulo Álvarez, arriero de profesión y criado del Sr Navarrete, panadero de Minas del Horcajo, realiza el camino, atravesando el valle de Alcudia desde Minas del Horcajo hacia Almodóvar. Es la tarde del 9 de octubre de 1890 y lleva consigo las ganancias de la panadería para dejarlas a buen recaudo, cosa que solía hacer cuando le mandaba su amo. Ambos pensaban que siempre levantaría menos sospechas un criado que el amo ante posibles ladrones.

El País Madrid año IV número 1202. 1890-10-15.

—¡Alto! — Grita Eugenio. Críspulo ve como dos personas encapuchadas le cortan el paso, portan rifles y no parece que sus intenciones fueran amistosas. Le mandan bajar del caballo y le hacen tumbarse en el suelo, registran su equipaje y encuentran su objetivo, 180 pesetas. Habían vigilado a Críspulo en otras ocasiones y sabían bien que era una golosa pieza para asaltar. La tensión continua y Jorge y Eugenio comienzan a discutir al no saber qué hacer con el asaltado. Críspulo, nervioso, ve su oportunidad de escapar, se levanta y comienza a correr pero sus captores le alcanzan. Una hoja de cuchillo traspasando su espalda le avisa de que su huida ha durado poco. Cae al suelo. Durante la carrera el pasamontañas de Eugenio se ha enganchado con una rama y se desprende de su cabeza. Críspulo puede ver la cara del ladrón. Ante la situación imprevista Eugenio, sin pensarlo, le dispara  un tiro en la cabeza. Críspulo cae muerto instantáneamente.

Se hace el silencio. Tras unos segundos paralizados Eugenio dice —no podíamos dejar que nos delatara — . Cogen su botín y atropelladamente ponen rumbo a sus casas en Mestanza. El robo no ha salido como tenían planeado, pero ya no se puede hacer nada. El cuerpo de Críspulo queda abandonado al lado del camino, junto al rio Tablillas. Durante el recorrido de vuelta todo aparenta ser normal, parece que nadie les ha visto.

Pasan los días y las noticias sobre el hallazgo del cuerpo de Críspulo recorren la comarca, la gente del pueblo sabe que Eugenio y Jorge ese día pasaron por el sitio donde fue encontrado el cuerpo. Las sospechas y la fría aptitud nerviosa que muestran ambos cuando se les pregunta sobre si vieron algo comienza a extender un invisible cerco sobre ellos. Su fama no es buena y ellos lo saben. Jorge cuenta a su mujer Vicenta lo sucedido; la cual no sale de su asombro —nuestra situación es desesperada y no hay forma de traer pan a casa— comenta  Jorge entre lágrimas nerviosas. El 7 de noviembre de 1880, Vicenta Céspedes Muñoz y Rosario Mora Cardosa, compañera de Eugenio, son capturadas y puestas bajo el fallo de la ley por los guardias Marcos Sánchez Benito y Nicasio Fernández Medina. Se las acusa de encubridoras en el robo y asesinato de Críspulo Álvarez. No aguantaron la presión y declararon. Eugenio y Jorge habían abandonado sus casas unos días antes.

El Correo Militar, número 4519, año XXII .1890-11-08.

El día 12 de noviembre Eugenio Martín Olivares y Jorge Martínez Gaspar, son capturados y puestos bajo el fallo de la ley, después de muchas e incesantes pesquisas y en unión de las armas que les fueron confiscadas, por el Sargento Antonio Menéndez Álvarez y guardia segundo Pedro Valero Vicente, son conducidos a estancias penales y quedan arrestados hasta que se celebre el juicio.

Con fecha 25 de diciembre de 1891 el Boletín Oficial de la provincia de Ciudad Real publica la fecha del juicio, 22 de febrero de 1892. El juicio realizado con un jurado popular en la audiencia de Ciudad Real les declara culpables de homicidio y robo, por lo que son condenados a la pena última, la pena de muerte. Se presenta un recurso ante el Tribunal Supremo, el cual es visto en junio de 1892. Sostuvo la sentencia apelada el fiscal señor Landeira, y estuvo encargado de rebatirla el joven abogado D. Manuel Aguilera, afamado abogado en su época, debido a sus profundos conocimientos jurídicos. A finales de julio se resuelve el recurso y se confirma la pena capital.

El Heraldo de Madrid. 1892-06-09.

La situación para Jorge y Eugenio comienza a ser desesperada. Les comunican que la sentencia es firme. La noticia crea un profunda angustia en Jorge que intenta suicidarse en la cárcel en la que está recluido, la de Ciudad Real. El medio del que se vale para llevar a cabo este propósito, es atarse una cuerda en el antebrazo y pincharse con unas tijeras en uno de los vasos sanguíneos de esa región. La pronta intervención del alcaide Sr. Lorente y del médico del establecimiento D. José Blanco, impide que realizase sus sanguinarios propósitos.

La confirmación de la sentencia por el Tribunal Supremo no gusta en Almodóvar del Campo, cabeza del partido al que pertenecen los reos y por ello lugar donde se llevará a cabo la ejecución. A partir de este momento comienzan diferentes movilizaciones en contra de la ejecución de la sentencia por parte de diversos estamentos locales como el Ayuntamiento, el clero y los propietarios. Con el fin de intentar evitar la ejecución se crea una comisión y se realizan diversas gestiones ante el Gobierno de la Nación. Obtienen buenas palabras de los altos cargos de la Administración pero no logran su objetivo, el indulto.

El Día (Madrid). 1892-07-31.

A finales de noviembre, tras el fracaso de la comisión, diarios provinciales como la Tribuna o el Programa se hacen eco del llamamiento humanitario a favor del indulto de los reos de Almodóvar, como ya se les conocía, y se unen en súplicas a corporaciones e individuos con el fin de conseguir la gracia de indulto para los desgraciados Jorge y Eugenio. La ejecución está previsto que se celebre en breve en la ciudad de Almodóvar del Campo, si el magnánimo corazón de S. M. la Reina Regente María Cristina de Habsburgo no hace uso, como se espera, de su Regia prerrogativa. Esta será su última oportunidad, que se haga una propuesta de indulto por el Consejo de Ministros y sea ratificada por su Majestad.

Diario El Programa (Ciudad Real). 1892-11-30.

… (continuará)

Composición de texto libre sobre los hechos acaecidos en la última ejecución pública realizada en Almodóvar del Campo el año de 1892 y sus circunstancias previas. Todos los personajes nombrados y la sucesión de acontecimientos detallados fueron reales. En la próxima entrada enumeraremos los artículos y documentos utilizados en la elaboración del texto así como el desenlace.



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