Emilio Gallego, vive.

Un nudo en la garganta, esa es la sensación que Óscar Correal tenía cada vez que releía el discurso que iba a pronunciar en breves momentos. Era un buen orador y no tenía porque ponerse nervioso, pero el recuerdo de su buen amigo Emilio le provocaba una sensación de congoja que le subía desde el estómago a la garganta y no le dejaba apenas hablar. Emilio lo había sido todo para él, amigo, compañero, apóstol y esperanza que se apagó una fría tarde de enero, con solo 26 años, hacía ya un año. Hoy 26 de enero de 1916 se cumplía justo un año de su muerte y en su memoria se había organizado una velada en el teatro municipal.
Fotografía de Emilio Gallego. Fotografía de Hermes Pato, hacia 1912. Extraída del libro Imágenes vividas, Ayuntamiento Almodóvar del Campo.


Era una de esas tardes en las que los huesos se entumecen y lo único que apetece es estar sentado al calor de un buen brasero de picón, azuzando las brasas con el badil; pero solo oír el nombre de Emilio Gallego y poder participar de su recuerdo hizo que el pueblo se movilizara, y que el teatro se abarrotase para escuchar a los participantes en la velada. En el escenario Waldo Ruiz recitaba una poesía, mientras tanto Óscar repasaba sus notas…

Equivocado o no, porque nadie es capaz de saber donde está la verdad o la mentira, Emilio Gallego al orientar su pensamiento político, al abrazar la bandera republicana, fue porque vio o creyó ver que amando como amaba el bien, la verdad y la justicia, desde ese campo político el mejor sitio donde los podía defender, batallando reciamente hasta conseguir dejar el camino libre, sin barreras u obstáculos, que la detengan, a una humanidad que aspira a obtener un poco de bienestar social, ese bienestar social que muchos le regatean, que muchos derrochan como manirrotos o pródigos, sin detenerse a pensar que pudieran remediar muchas miserias, que podrían enjugarse muchas lágrimas, que podrían convertirse en gratitud y amor los odios y rencores que destilan las almas. Por eso Emilio Gallego, que sentía por los humildes intensos cariños, que sentía como propios los dolores del pueblo, por sus ideales luchó bravamente hasta caer rendido”.
Anuncio de la Velada Necrológica homenaje a Emilio Gallego. 26 de enero de 1915. 


Óscar recordaba los momentos que habían vivido juntos, desde aquel premio que recibió Emilio en los juegos florales que tuvieron lugar en las fiestas del año 1906, con su escrito sobre el origen y desenvolvimiento de la ciudad de Almodóvar del Campo, hasta la gran cabalgata artística alegórica que se celebro en el otoño de 1910 y que llenó el pueblo de gente; Emilio deslumbró como organizador del evento. Un alma inquieta, siempre tenía que estar con algo entre manos, una conferencia, un mitin, las interminables tertulias en los atardeceres de verano y la noches en vela preparando los números del periódico local El Ideal, del que Emilio era el director; todos éstos recuerdos se agolpaban en el pensamiento de Oscar. 
Segundo acto escena III de la obra "Entre dos amores", escrita sobre un abanico. 

Fuiste un gran escritor y nos dejaste tu más preciado tesoro en la obra “Entre dos amores”, cuando ya casi conocías el desenlace de tu vida. Estudiaste para abogado pero en tu alma estaba escrito que querías ser político. Emilio, querías cambiar el mundo y sabías que desde la política era la única forma de hacerlo, así pues siguiéndote entré en el partido radical de Alejandro Lerroux, por entender que era el pensamiento más cercano a nuestras ideas, liberales, anticlericales y republicanas.
Escena final de entre dos amores. Estrenada el día 25 de diciembre de 1914 en el teatro Municipal de Almodóvar del Campo. Fotografía publicada en la revista Vida Manchega, número 150, 25 de enero de 1915.


Sin desdeñar a los de arriba, a los que perteneciste por la posición social de tu familia, mostraste predilección por los de abajo, los humildes, combatiendo por ellos, y para ellos fueron tus más acendrados afectos. Fuiste la vanguardia en todo, emitiendo tu pensamiento por escrito, enseñando al pueblo a pelear en los comicios, con dignidad y nobleza y educándolo en conferencias y mítines. Echaste sobre tus hombros la ingrata misión de luchar con gallardía y denuendo por reivindicaciones sociales más justas y equitativas, y a lo Quijote te atreviste a mandobles y lanzazos contra los molinos de viento del desorden organizado, ganándote, injustamente, la enemistad de oligarcas y caciques, por no avenirte a ser un positivista más de la escuela de picaros y farsantes, a los que despreciaste con gesto olímpico.

Faltaban ya pocos minutos para saltar al estrado y Óscar recordaba su último viaje juntos…

Fotografía de una carroza de la gran cabalga artística. Fotografía de J. Bueno 1910, Extraída del libro Imágenes vividas, Ayuntamiento Almodóvar del Campo. Los conductores de la carroza son Benigno Correal y el Alcalde. Una crónica de este desfile se puede leer en el siguiente enlace: Pueblo Manchego, número 1281, 3 de octubre de 1916.

Era por las proximidades de las elecciones pasadas de diputados a Cortes. Llamados por D. Alejandro Lerroux para asistir a la asamblea del partido radical que había de celebrarse en Madrid, Emilio Gallego y yo concurrimos a ella, acatando el mandato de nuestro jefe. Quizás por pasión política, pero yo os digo, y con esto no hago más que reproducir las palabras del pobre Emilio, que recuerdo perfectamente, que aquella asamblea daba la sensación de lo sublime, de lo grande, porque presidiéndola Lerroux, que era lo bastante, allí estaban Giner de los Ríos, El sabio Salillas, Jaén Fuentes, Albornoz, entre otros hombres eminentes. Todos estos señores hicieron uso de la palabra, y cuando, descorazonado, desconfiaba que pudiera ser requerido Emilio para que hablara, que eran mis ardientes deseos, vi alzarse la figura de Lerroux y dirigiéndose a él le dijo: -Mi buen amigo Gallego tiene la palabra-. Mi verdad os digo, por la emoción, yo no sé lo que habló, ni cómo lo habló, si estuvo o no elocuente, lo que sí puedo deciros, que mientras Emilio hablaba las pupilas luminosas de Lerroux, como si quisieran bucear, leer en el pensamiento, en él se clavaron, y al terminar, al resonar los aplausos de la multitud, de los hombres eminentes, los brazos de Lerroux, del luchador, le estrecharon fuertemente. El momento fue de emoción, la mirada de Lerroux y la mía se cruzaron y se entendieron; por su rostro vi cruzar la tristeza, porque presentía lo irremediable; mis labios dijeron una blasfemia: mis ojos lloraron. Recordarlo siempre, lloradlo siempre, que lo merecía.
Necrológica de Emilio Gallego recogida en el diario El Pueblo Manchego, año V número 1216, publicado el 27 de enero de 1915 .

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Emilio Gallego fue un, político, escritor y abogado de principios de siglo XX que nació en Almodóvar del Campo. Su pronta muerte truncó una prometedora carrera política. La lucha por el bienestar social de las clases más necesitadas y la oposición al caciquismo rural fueron sus señas de identidad políticas. Sus amigos y compañeros reivindicaron su figura en periódicos locales, dejando patente su fuerte personalidad, pensamiento y legado. Como curiosidad sus compañeros solicitaron varias veces que la actual calle Rodero pasara a llamarse calle de Emilio Gallego, no llegando nunca sus peticiones a ser refrendadas por el ayuntamiento.
Esquela recordando el séptimo aniversario de la muerte de Emilio Gallego. Semanario El Defensor, año III, número 102, 22 de enero de 1922.

Para escribir esta entrada nos hemos basado principalmente en dos artículos publicados en el diario “El Defensor” en los años 1920 y 1921, por Jacinto Reyero y Óscar Correal respectivamente. El artículo de Óscar Correal reproducía el discurso realizado en la velada necrológica que se celebró en el primer aniversario de la muerte de Emilio Gallego. Con esta entrada queremos homenajear a Emilio, para que su recuerdo perdure.


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