Aperos

Hemos creado este Blog, a partir de la publicación on-line del libro "Aperos y Objetos Olvidados", con la idea de compartir con vosotros un patrimonio que con los años se está perdiendo, historias de objetos, historias de costumbres e historias de personas, en definitiva nuestra historia. Un abrazo a todos y esperamos que disfrutéis de su lectura.

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© Jacinto Ruiz Carmona. Con la tecnología de Blogger.
En el duro invierno castellano siempre apetece un plato caliente. En esos días, la sopa de ajo o sopa castellana, la llamemos como la llamemos, aparece como uno de los grandes manjares de nuestra gastronomía popular y sin duda uno de los mejores reconstituyentes que existen para catarros, resfriados… y resacas!!

Hoy queremos dedicarle un pequeño homenaje a esta sencilla receta apta para todos los paladares y bolsillos.
Sopas de ajo listas para tomar.

Y aquí estamos, una manchega y un salmantino cocinando esta delicia y debatiendo su origen y su nombre, que nos quedan nada claro. Unos dicen que es una sopa típicamente Castellana, como uno de sus nombres indica y otros dicen que su origen es manchego, que nació de la humilde cocina de los pastores, los cuales tan sólo llevaban en el zurrón unos ajos, un poco de pan duro y algunas especias. La sencilla receta se pudo extender por toda la geografía ibérica gracias a la trashumancia y el plato fue modificando su receta, adaptando sus ingredientes a los existentes en cada zona, sin perder la base del ajo y el pan.

La sopa de ajo a la andaluza es básicamente igual a la castellana pero añadiendo coliflor y sin condimentarla con pimentón, además no es caldosa sino espesa; en la costa le suelen verter trozos de pescado.  A la sopa de ajo aragonesa se le añaden huevos y picatostes. En la provincia de Cuenca, la variante local toma el nombre de sopa de pastor y en lugar de pimentón se usan pimientos choriceros.  En La Rioja la hacen con tomate y pimientos.  En Soria se añade un puñado de setas senderuelas al refrito con los ajos y al pimentón. En Segovia se le añaden cominos y se deja reposar la sopa en el horno.  La mallorquina se elabora con cebolletas tiernas y berzas. En el País Vasco se prepara una sopa de ajo con bacalao llamada zurrukutuna, elaborada con pan de sopa: sopapo. Y seguro que nos dejamos muchas variantes a lo largo de la geografía Iberica.

El nombre de Sopa Castellana se puso para diferenciar la sopa hecha en Castilla de la que se hacía en Leon.  En la sopa Castellana el pan se añade al principio de la cocción mientras que en las provincias Leonesas el pan se añade al final de la cocción del caldo.

Aunque actualmente se consume principalmente en comidas y cenas, ha sido un almuerzo muy frecuente en las zonas rurales y siempre asociado a trabajos en el campo. También es muy típico su consumo bien entrada la noche, por ejemplo, en Zamora se sigue tomando en Semana Santa durante el jueves santo como alimento de los cofrades de la “procesión de los borrachos”. Al ser una receta muy humilde está muy ligada a la cuaresma y a la Semana Santa, formando parte de la gastronomía de nuestro país en dichas fechas. tras escribir estas lineas no podemos dudar de que España huele a ajo, y esta sopa nos es una de sus principales razones...y si no que se lo digan a Victoria Beckham.
Ingredientes necesarios para elaborar nuestra Sopa de Ajo.

Huela a lo que huela es lo que estamos cocinando en el frío día de hoy y a continuación os dejamos nuestra particular receta, que no es ni la autentica, ni la mejor, ni la más sofisticada, es la receta de la Sopa de Ajo que nos enseñaron a hacer nuestras abuelas.

Ingredientes (para los dos aquí presentes que estamos cocinando):

- Aceite de oliva. 
- 6 ó 7 dientes de ajo, como dirían nuestras abuelas “al gusto”.
- Pimentón dulce, una cucharadita. - Jamón picado en daditos.
- 8 ó 9 rebanadas de pan duro.
- 2 huevos, uno por persona.
- 3 vasos y medio de agua.

Como veis no somos muy concretos en nuestras mediciones pero es que la receta tampoco lo requiere, sale rica siempre, aunque a veces lleve más de unas cosas y otra veces de otras.

Como se hace:

Se pone en una cacerola un chorreoncito generoso de aceite de oliva a fuego medio, se pican los ajos y se sofríen en el aceite. Cuando estos se empiecen a dorar se añade el jamón, y cuando este haya tomado color añadimos el pimentón dulce. Mezclamos todo durante escasos segundos para que no se nos queme el pimentón y añadimos el agua.

Dejamos cocer el caldo y cuando entre en ebullición añadimos el pan. Hay que probarlo para ver el punto de sal.
A la izquierda tenemos ya el sofrito con el ajo, el jamón y el pimentón y el agua, a la derecha añadiendo el pan.


El pan se puede tostar antes, o freír o añadir directamente, sin más. A nosotros nos gusta tostado.

Cuando veamos que el pan empieza a ablandarse añadimos los huevos, damos unas cuantas vueltas y directo a la mesa!! ¡Así de sencillo!


Sopa de Ajo en plato de La Cartuja.

El dramaturgo Ricardo de la Vega hizo un poema dedicado a las siete virtudes de las sopas de ajo:
Siete virtudes
tienen las sopas
quitan el hambre,
y dan sed poca
Hacen dormir
y digerir
Nunca enfadan
y siempre agradan
Y crían la cara
colorada

Así que ya sabeis, que cuando el grajo vuela bajo y hace un frío del carajo hay que tomar ¡Sopas de Ajo!

El otoño da sus últimos coletazos y llegan las primeras heladas. Siempre que llegan estas fechas recuerdo con nostalgia el olor a cebolla, calabaza y a leña quemada que inundaba la atmósfera los fines de semana en el pueblo, es tiempo de matanza. Costumbre perpetuada por algunos y denostada en estos tiempos por otros, la matanza ha sido sin lugar a duda una de las principales fuentes de alimentos que llenaron la despensa en los pueblos no hace tanto tiempo, y por eso había que celebrarla.

Petra, Eulalia, Esperanza y Pura, amasando chorizos.

La matanza se convertía y se convierte todavía en una fiesta en los pueblos agrícolas. Se reúnen las familias enteras y se invita a colaborar a los amigos cercanos. Se preparan comidas y somarros para todos; las aceitunas que se han guisado ese año ya se pueden degustar, así como la carne de membrillo, el mostillo y los dulces típicos que se han elaborado por Navidad. No en vano dice un refrán: “Hay tres días en el año en los que se llena bien la panza, jueves santo, viernes santo y el día de la matanza”. Y a ello vamos, porque dentro de los dos días y medio de trabajo que suele durar la tarea no va a faltar la comida y el aguardiente.

Era corriente ayudarse entre los familiares, puesto que se requiere abundante mano de obra para realizar las diversas tareas a realizar. Cada uno tiene su papel, las labores se distribuyen, unas requieren fuerza, otras maña, al final todos los que colaboran se mueven como en un teatro, acto a acto, paso a paso.

La matanza comienza con la crianza del cerdo. Al cerdo había que cuidarlo bien, ya que de él dependía parte del sustento familiar. Dependiendo del tamaño de las familias y de las posibilidades de criar a los animales se sacrificaban uno, dos o tres cerdos. 

Tripas, pimientos secos, pimentón... ingredientes para preparar los embutidos (fotografía del escaparate de la tienda de Colado en Puertollano).

Lo primero que se hacía antiguamente antes de comenzar la matanza era calentar el agua en los peroles de cobre; estos se colocaban encima de unas trébedes al fuego y éste se alimentaba con madera de la poda de las viñas. El agua caliente serviría para pelar al cerdo. Posteriormente éste pasó a pelarse con “abulagas” y en la actualidad se hace con sopletes de butano y piedra volcánica para raspar la piel.

La primera tarde se juntaban todos los hombres para sacrificar a los animales. La sangre que manaba al degollar el animal se recogía en una vasija de barro, teniendo cuidado de darle vueltas con la mano para sacarle la madeja y así evitar que se cuajara. Esta sangre se utiliza para poder hacer morcillas. La parte de la sangre que se cuajaba se hacía frita con cebolla… todo un manjar para gente sin complejos.

El tío Jacinto, la abuela Eulalia y el abuelo Manolo, viendo cómo se cocinaban las migas.

Una vez sacrificado el animal, se colocaba éste en unas artesas de madera donde se procedía a pelarlo y limpiarlo. En mitad de la faena se tomaba una tapa con algo de beber, ya que no podemos olvidar nunca el carácter festivo y de reunión familiar del evento. También era recomendable recobrar fuerzas dado que el peso del cochino no solía ser despreciable y para moverlo se necesitaba mucha energía.

Tras el descanso se procedía a vaciar el animal del cual se aprovechaba prácticamente todo, recordemos el refrán "del cerdo hasta los andares". Las mujeres limpiaban las tripas; antaño se lavaban en agua caliente con limón, y se utilizaban posteriormente para embutir los chorizos y salchichones. Actualmente se compran tripas artificiales, evitando esta laboriosa tarea. Aún así hay gente que sigue embutiendo en tripa de cerdo y siempre se dice que esos chorizos son los mejores.

La asadura (hígados, pulmones y corazón) se colgaba, haciéndole unos cortes para que escurriese bien la sangre y quedase limpia. La vejiga se utilizaba como balón con el que jugaban los niños. Se frotaba en una pared de cal para curtirla y se llenaba de aire. No duraba mucho pero era un entretenimiento para los más pequeños, que esperaban así también la llegada de estas fechas.

Máquina manual de embutir.

Una vez limpio el animal, se le colocaba unos “camales” (maderos) en las patas de arriba que servían para colgar al cerdo. Los camales se colgaban en un gancho de tal forma que quedase el cochino en posición vertical con la cabeza mirando al suelo. Ya colgados se sacaban las mantas de manteca que hay bajo la piel y unas muestras de carne para que el veterinario del pueblo las analizara y diera el visto bueno al cerdo. Se dejaba colgado una noche entera para que le cayeran los hielos del invierno. De esta forma era más fácil deshacerlos a la mañana siguiente.

Era corriente en las casas de agricultores sacrificar, además del cerdo, algún macho cabrío para mezclar las carnes al hacer los chorizos. Así se aprovechaba más la matanza. En casa del tío Jacinto se mataba un ternero y se hacía filetes, éstos se freían en aceite de oliva y una vez fritos se ponían en unas ollas u orzas con el mismo aceite y se dejaba enfriar. El aceite conservaba la carne durante todo el año. 

El segundo día de la matanza comenzaba bien temprano, se hacía una buena lumbre en la que se ponía un caldero para cocer calabaza, cebollas y patatas, con los que luego se amasarían los embutidos. En ese fuego también se elaboraban unas migas para el desayuno con las que se esperaban a los familiares y amigos que venían a ayudar. Había que coger fuerzas para el duro día de trabajo.

Despiece de una máquina de picar.

Éste era el día en el que se cocinaba la sangre frita y los somarros, una especie de pinchos que se hacían de lomo o de hígado según el gusto. La carne se ponía sobre unas parrillas en las brasas, se cortaba en trozos haciendo cuadrados y se condimentaban con ajo, pimienta y sal por encima; uno de los grandes manjares del día.

Los hombres eran los encargados de descolgar los cerdos y despiezarlos. Se sacaban los costillares, las mantas de carne, el espinazo, los lomos, los solomillos, las barrigueras, los torreznillos de papada, se descarnaban huesos, se cortaban los jamones y las paletillas.

Con toda la carne las mujeres seleccionaban las distintas piezas con las que se elaboraban los diversos embutidos. La carne se picaba y se dejaba en unos lebrillos donde se amasaba con especias: pimentón de la vera, vino, sal, pimienta blanca y negra en bola, orégano, patata, cebolla, calabaza y arroz. Éstos eran algunos de los ingredientes utilizados dependiendo del tipo de embutido que se quisiera elaborar. También se cortaba y picaba la cebolla, la calabaza y la patata. El olor a estos alimentos inundaba la atmósfera. Al final de la tarde se lavaban todas las herramientas y se preparaba todo para al día siguiente embutir los chorizos. Con ello acababa el segundo día.

Máquina para embutir, con motor anexo (se eliminaba el trabajo de darle a la manivela) y dornillo donde se amasaban chorizos.

El tercer día de matanza, “día de los chorizos”, transcurría dentro de la denominada cocina de la matanza, alrededor de la mesa y junto a la lumbre. Se repartían las tareas, unos se encargaban de ir poniendo la carne en la máquina de embutir, otros de meter la tripa y de ir rellenándolas con la carne, otros de darle vueltas a la manivela de la máquina y el resto ataban y pinchaban los embutidos, dejándolos listos para ser colgados en la cámara. Era crucial probar el bodrio (mezcla con la que se rellenan los chorizos) antes de embutirlo, se freía un poquito en la sartén y era la mejor tapa de ese día. Aunque el menú obligado de ese día era siempre un buen cocido, haciendo especial homenaje al que hacía la tía Esperanza.

A la vez que en la cocina se elaboraban los embutidos, en la cámara se procedía a salar los jamones y tocinos. La parte más difícil de la matanza era curarla, había que estar pendiente del tiempo de los días posteriores para que no se echara a perder toda la carne. Los embutidos se colgaban y se dejaban secar unos días ahumándose en la cocina, antes de colgarlos en la cámara, para que una vez instalados allí las heladas hicieran el resto del trabajo y se pudieran comer. 

En este texto hacemos un pequeño recordatorio de cómo se hacían las matanzas en nuestra casa. Nos dejamos para otras entradas la recetas de los embutidos y algunos detalles que no hemos incluido para no alargar el texto, en todo caso hemos querido compartir en unas pocas líneas cómo se celebraba la matanza. Gran parte del trabajo que se realizaba en la matanza en nuestra casa ha sido realizado por familiares y amigos y a todos ellos les dedicamos ésta entrada, haciendo especial mención a Antonio Viñas Rojas, Manasé Notario, Manolo Hipólito, Manuel Rodríguez y Juan Monsalve sin dejarnos atrás a Eugenia, que siempre estuvo la primera para ayudar en todo a la abuela Eulalia y a la tía Pura.

La tía Pura, Eugenia y la abuela Eulalia, pelando patatas durante la matanza.

Algunas de las entradas las estamos dedicando a diferentes platos típicos de la gastronomía manchega, y dadas las fechas en las que nos encontramos vamos a escribir algo sobre un plato que en el pasado fue fuente de energía para pastores, agricultores, gañanes y hortelanos; y que hoy en día es difícil de encontrar en las cartas de restaurantes, aunque todavía se sigue cocinando en algunas casas, hablamos del ajo patata.
Un buen plato de ajo patatas.

Superado en fama actualmente por las migas y las gachas como estandartes de la comida manchega invernal, posiblemente el ajo patata sea junto a éstos el más claro ejemplo de la cocina que se hacía en esta tierra, comida humilde y sencilla, básicamente de subsistencia, aprovechando todo lo que la tierra podía dar.

El ajo patata, en su versión más simple contaba como ingredientes con las patatas, el ajo, el pimentón y la sal. Existen diversas versiones en las que se añade arroz, pimientos, trozos de bacalao seco, acelgas o setas. Con estos ingredientes se conseguía un plato con más sabor, pero es verdad que ingredientes como el bacalao seco, las verduras y setas no eran accesible para gran parte de la población. La introducción de nuevos ingredientes fue realizada por las clases más pudientes, que así adaptaron este sencillo plato a su recetario.

La gran virtud de esta receta es su fácil elaboración, lo que le permitía al agricultor comer algo caliente cuando estaba alejado de su casa. Dada las faenas a realizar y el tiempo que se tardaba en llegar hasta los terrenos a labrar, era normal salir temprano y regresar a casa a la caída del sol, por lo que en ocasiones cuando no llevaban comida desde sus casas cocinaban recetas como el ajo patatas en el lugar de trabajo. Los utensilios básicos para cocinar la receta eran un caldero, unas trébedes y una paleta, las cuales podían transportar en sus carros. Los ingredientes era tradición llevarlos en envases realizados con cuernos de toro, de diferente tamaño según el elemento al almacenar. El cuerno más pequeño para el pimentón, el mediano para la sal y el grande para el arroz.
Envase para ingredientes de ajo patatas realizado en cuernos pertenecientes a Robustiano de Gregorio Martín.

A continuación os dejamos con la receta extraída del libro de Carmen de Gregorio Arriaga “Costumbres y Cocina Manchega” editado por la Biblioteca de Autores Manchegos (Diputación de Ciudad Real), actualmente en su segunda edición. En esta receta presentamos la versión de ajo patatas con arroz y bacalao seco:

Ingredientes (4 personas):
  • 200 g de arroz
  • 200 g de patatas
  • 150 g de bacalao seco
  • 12,5 cl de aceite de oliva
  • 4 dientes de ajo
  • Una cucharadita de pimentón
  • Sal
  • Agua
Elaboración:

Se pelan las patatas y se contar en dados, rompiéndolas antes de terminar el corte para favorecer la salida del almidón y que quede espeso el caldo. Luego se ponen a calentar el aceite en una sartén o caldero. Se sofríen las patatas junto con el arroz y los ajos con su cascara. Posteriormente se añade el pimentón cuidando que no se nos queme. Cuando esté sofrito el conjunto se agrega el agua y cuando ésta comience a hervir se pone el trozo de bacalao, que previamente se ha tenido que lavar para quitarle la sal. Cuando el arroz esté hecho se prueba y si es necesario se rectifica.

El plato se toma caldoso y es mejor comerlo en caliente en el mismo recipiente en el que se ha cocinado. Algunas recetas añaden como toque una hoja de laurel o algo de comino. Otras versiones no echan los ajos al principio y hacen un majado con ellos que lo añaden durante la cocción.

En fin estamos ante una de esas recetas para compartir con los amigos y/o familia en estos días de invierno. Una receta que nos hace abstraernos a sabores primarios y contundentes, y a tiempos difíciles donde a veces tenían que echarle imaginación para hacer que la alimentación fuera algo más que un simple comer.

Referencias:

Carmen de Gregorio Arriaga. Costumbres y Cocina Manchega. Biblioteca de Autores Manchegos.  Segunda edición 2016. Diputación de Ciudad Real

Cocina de Pepe (blog)

Revelando mis fuentes (Blog)

Las migas es una comida para compartir, es una comida que sin duda nos trae buenos recuerdos ya que se suele cocinar en días festivos cuando nos reunimos con familiares y amigos, aunque no siempre ha sido así. Su ingrediente base es el pan, alimento básico de la humanidad desde hace milenios. Las migas son una elaboración a base de pan pero ya sabéis que "pan con pan comida de tontos" así que no mezclemos.

Plato de migas manchegas con su acompañamiento.

Algunos autores identifican como origen del plato que conocemos actualmente un plato árabe llamado tharid. Este era plato se servía como obsequio para personajes distinguidos cuando visitaban palacios y casas de elevada posición. Por mi parte me inclino más por un origen de las migas más humilde, basado en la subsistencia y aprovechamiento de los alimentos que en un origen aristocrático. ”El hambre está en la base de la gastronomía española desde Atapuerca a la segunda mitad del siglo XX” (Manuel Antonio Almodóvar, El hambre en España) y las migas en este aspecto ha sido un aporte calórico a pastores, agricultores y sus familias que les ha permitido alimentarse para trabajar. En este tiempo en el que el concepto de sostenibilidad esta tan manoseado, pensar en un simple plato de migas puede ser un buen ejemplo de cómo la humanidad ha practicado durante siglos un aprovechamiento estricto de los alimentos para evitar cualquier desperdicio.

Del plato conocido como migas encontramos numerosas variantes, migas aragonesas, gachasmigas en Cartagena, migas andaluzas, extremeñas elaboradas con pimentón, a la alentejana (Portugal), turriyones en Zamora… todavía me acuerdo de unas migas con panceta que me cené en el valle del Roncal al norte de Navarra. Como vemos es una receta extendida por toda la península y en la que cada región tiene su variante; unas elaboradas con pan sentao, otras con harina o sémola y cada tipo acompañadas de los productos típicos de su zona. Hoy nos vamos a quedar con las migas manchegas, las nuestras, las que son nombradas en el Quijote de Avellaneda y en Rinconete y Cortadillo, aquellas migas que un día fueron alimento de campesinos y pastores en la Mancha, y que hoy al tomarlas nos retraen a otro tiempo y nos hacen tener un poco más presente a la gente que nos precedió.

Sartén de migas.

Para la receta de las migas vamos a tomar la descrita por Carmen de Gregorio en su libro "Costumbres y Cocina Manchega". Agradecemos que nos permita basarnos en su texto y aprovechamos para felicitarla por la publicación de la segunda edición de su libro por parte de la Biblioteca de Autores Manchegos (Diputación de Ciudad Real). Gran merito el de Carmen, que al escribir su libro se adelantó a la inundación de libros, programas y paginas web sobre gastronomía que sufrimos desde hace unos años. Quizá por ello su libro tenga un punto más de original ingenuidad y sencillez que nos hace cercana su lectura.

Es importante que el pan no sea del día, sino sentao (de dos o tres días, sin que haya adquirido dureza), para poder picar en cuadraditos muy menudos. No hay que decir que el pan para realizar el planto debe ser consistente y con miga compacta, como una buena típica torta; a ver si a alguien se le va a ocurrir hacerlas con una baguette o una chapata dura. Para preparar unos tostones podemos cortar unos trozos algo más grandes de la parte de la corteza del pan. Es costumbre picar las migas la noche de antes y así evitarse las prisas de la preparación, asimismo cortarlas el día antes ayudará a que el pan consiga la consistencia adecuada para cocinarlo después. Actualmente podemos encontrar en supermercados pan ya secado y cortando que nos evita la labor del corte.

Ingredientes de las migas manchegas.

Ya picadas las migas, se parten los ajos por la mitad sin pelar. Se prepara una lumbre de madera de encina o más cómodamente un paellero o una cocina. Se pone un buen chorro de aceite en una sartén honda; cuando el aceite este caliente se echan los ajos y los tostones. Se sofríe, se retira la sartén y esperamos a que el aceite se enfríe un poco. Añadimos tras este paso agua y sal en la sartén mezclándolo todo. A continuación se ponen las migas para que se empapen en el caldo con la ayuda de la paleta y se da vueltas a la mezcla en el fuego nuevamente hasta que estén doradas; deben quedar sueltecitas. Sobre su elaboración la resumimos en un refrán típico "Las migas del pastor, cuanto más vueltas mejor; las del gañan, a las dos vueltas ya están" Cuando están en su punto, es tradición dar la última vuelta con la sartén en el aire, con toque de habilidad y maestría. Ojo!!! prescindir de este paso si no sois expertos, ya que pueden acabar las migas en el suelo. Al escribir esto se me ha venido a la mente como mi abuela Eulalia les daba la vuelta cogiendo el mango de la sartén con las dos manos lanzando el conjunto de migas al aire.

Dando vueltas a las migas.

Lo más típico es comérselas directamente en la sartén recién hechas; "cuchará y paso atrás" como suele decirse. La migas son acompañadas de torreznillos fritos, bacalao seco, sardinas fritas o de cuba, bacalao seco, huevos fritos, chorizos, uvas, melón, pimiento seco… todos esto ingredientes se mezclan bien en un sartén grande o se disponen en diferentes platos y cada comensal se sirve lo que más le guste, a modo de acompañamiento. Como vemos es un plato contundente que se puede tomar todo el año, aunque en época de calor sea menos apetecible.

Friendo unas sardinas para acompañar a las migas.

Ya hemos comentado que este plato es sobre todo un plato de aprovechamiento y como tal no debe de sobrar nada. Aquello que no pueda ser comido en el momento de cocinarlas se puede guardar para preparar posteriormente las denominadas migas canas. A las migas sobrantes les quitamos los ajos, las ponemos en un plato y las cubrimos de leche. Para endulzar se puede añadir azúcar al gusto. Existen otras variantes como tomárselas con chocolate.

Degustar un plato de migas es un placer que no debéis dejar pasar cuando tengáis la posibilidad de comerlas. Un plato típico, sencillo en su forma pero que necesita buenas manos para que quede en su justo punto. Uno de los platos más característicos de La Mancha que nos hace recordar los duros orígenes de esta tierra y de la gente que ha hecho posible lo que hoy tenemos. Por ello es un plato que no debe caer en el olvido y que debe ser enseñado a las nuevas generaciones, para que lo cocinen y compartan. Un plato que trasciende lo temporal para pasar a ser parte de nuestro acervo cultural y gastronómico más arraigado.

La mesa preparada para comenzar a comer.

Ingredientes:
  • 800 gramos de pan sentao
  • Una cabeza de ajo
  • Tostones de pan
  • 1/4 de litro de agua
  • 15 centilitros de aceite de oliva
  • Sal
  • Acompañamiento al gusto: torreznillos fritos, bacalao seco, sardinas fritas o de cuba, bacalao seco, huevos fritos, chorizos, uvas, melón, pimiento seco…
  • Leche, azúcar y chocolate para las que sobren

Dedicada a nuestra vecina Felisa Ruiz Gil.

Hace unas semanas pase por casa de mi Tía Pina, la cual acababa de cocinar un bizcocho. Me ofreció un trozo que gustosamente acepté y me lo comí. Hablando con ella me comentó que la receta de ese bizcocho se la había dado la que fue nuestra vecina Felisa Ruiz Gil.

En el periódico de la iglesia, en su número de 20 de enero de 2008, Aurora y Pepi Rey Aragón hicieron una extensa entrevista a Felisa. En esta entrevista habla de su vida y cuenta bastantes anécdotas de su juventud y sobre la vida principios y mediados del siglo XX  en Almodóvar. Os dejo un link y os recomiendo que leáis esta interesante entrevista. Entrevista Felisa Ruiz Periódico de la Iglesia Almodóvar 28-1-2008.

De derecha a izquierda: Felisa, la tía Pura, la abuela Eulalia, Rosario, Petra y Jacinta. Tomando un chocolate en el patio de la casa de Eulalia y Pura.

Felisa era una gran cocinera y en la parte final de la entrevista habla de una recopilación de recetas que había hecho junto con su hijo Pepe. La idea que tenían era publicar un libro con ellas. Si bien el libro creo que no ha sido publicado, Pepe sí que dejo en un repositorio en internet todas las recetas. Lo que nos disponemos a hacer en esta entrada es indicaros donde están estas recetas para que las podáis cocinar y disfrutar y comentar algunos aspectos sobre ellas.

La recopilación contiene recetas tanto de Felisa como de su madre, Cecilia Gil, así como de amigas de ambas. Las recetas están divididas en dos grupos que se denominan recetas manchegas y dulces y postres típicos manchegos.

Los enlaces para que podáis leer las recetas son los siguientes (pinchar en los títulos para ir a la página web donde están todas la recetas):

Recetas manchegas

Dulces y postres típicos manchegos

En algunas de las recetas se indica la persona que les facilito ésta, dato que nos ha parecido muy interesante; así encontramos nombres como Maruja, Antonia, Eulalia (creo que se refiere a mi abuela), Cristeta, Micaela, Teresa, Angelita o la misma Cecilia, madre de Felisa. Al leer sus nombres, por un momento, parecen seguir nosotros; es una extraña sensación entre la alegría de su recuerdo y la tristeza por su ausencia, en todo caso pequeños descubrimientos como éste hacen que su recuerdo siga vivo. Entre las recetas manchegas que se incluyen algunas que destacamos son (pinchar sobre el nombre para ir a la receta):

Pavo Trufado receta de Antonia

Conejo a la cazadora

Escabeche

Perdices estofadas

Perdices escabechadas receta de Alfonso


Perdiz escabechada (http://www.perdicampo.com/es).

Una receta extraña denominada Trucha azul

Manos de cerdo con leche

Riñones con arroz

Los potentes Riñones con vino tinto

Asado de cordero con zumo de naranja

Bacalao con patatas, ajo, cebolla y pimiento

Una espectacular trucha con alcaparras

Trucha con alcaparras (http://www.elartedeamasar.com/).

O las Truchas con jamón receta de Mari Carmen

Los ingredientes y descripciones de cómo cocinarlos nos sugieren sabores olvidados y fuertes, aromas profundos y arragaidos a tierra y mar, y sobre todo nos sugieren el recuerdo de una cocina tradicional que en muchos casos se está perdiendo, bien por falta de tiempo para cocinar o bien por la entrada de nuevas recetas y tipos de comida en nuestra cultura. En todo caso, es en los postres donde este recetario nos muestra su excelso potencial. Entre todas las recetas destacamos las siguientes (pinchar sobre el nombre para ir a la receta):

Magdalenas receta de Cristeta y Micaela

Magdalenas de nata receta de Oliva

Enaceitados receta de Cecilia

Las ricas Tortas de chicharrones receta de Joaquina

Flan de leche receta de Fausta

Galletas


Galletas.



El típico Mostillo receta de Angelita

Mantecados manchegos receta de Eulalia

Roscos Fritos receta de Teresa

Bizcocho Mallonquín receta de Maruja

El clásico Bizcocho de Saboya


Bizcocho saboya (http://mere-misrecetasdecocina.blogspot.com.es/).

Un sorprendente Bizcocho Leones receta de Puebla

Brazo de Gitano receta de Felisa y Oliva. Se presentan dos recetas diferentes una de Felisa y otra de Oliva.

Tarta de Manzana receta de Maruja

Canelos receta de Raquel


Canelos (https://amasaymantel.wordpress.com).

Tocino de Cielo receta de Antonia

Los elegantes Bocaditos de Nata receta de Cecilia

Barquillos receta de Cecilia

Me cuesta seguir escribiendo ya que se me está haciendo la boca agua solo con leer los nombres. Todos estos postres son para cocinarlos despacio, sin prisa, con orden y sobre todo con un gran amor y cariño, ingrediente que tiende ha hacer que las recetas salgan bien y que no suele estar indicado en los recetarios. Estos son los postres de toda la vida, los de preparaban nuestras abuelas, y los que gracias a personas que nos los han dejado escritos, esperamos seguir degustando y recordando estos postres por mucho tiempo más; repostería hecha con productos naturales de nuestro entorno, sin adornos innecesarios y con mucho fundamento.

Os recomendamos encarecidamente la visita y lectura a todo este espectacular patrimonio gastronómico, que no se debe perder, con el fin de que deis cuenta de él, os atreváis con algunas de las recetas y lo compartáis con vuestros amigos y familia; pero sobre todo para que lo DISFRUTEIS. Agradecemos a Felisa y a su hijo Pepe que dejaran todas las recetas escritas. Nuestra labor solo es difundirlas entre todos los que nos leéis para ponerlas en valor y que conozcáis este patrimonio. Por cierto el bizcocho que me comí es el que se denomina bizcocho Saboya,¡“Pa” desmayarse de bueno!

Un beso muy fuerte a Felisa, a Cecilia y a tod@s los que hicieron posible este recetario. Allá donde estéis vuestro recuerdo sigue vivo.

Ya llevamos 6 meses con vosotros y os tenemos que agradecer el apoyo que nos habéis dado desde el principio. A lo largo de este tiempo muchos nos habéis ido conociendo y poco a poco vais siendo más los seguís el Blog. Hoy vamos dedicar la entrada a hacer un resumen de los contenidos que hemos estado compartiendo con vosotros. En el texto al pinchar sobre las palabras subrayadas se os abrirá la entrada correspondiente para que podáis consultarla.


Portada Libro aperos y objetos Olvidados.

Como sabéis el blog nació a partir de la publicación on-line y gratuita del libro “Aperos y Objetos Olvidados”, libro en el que repasábamos diferentes objetos que se utilizaban en labores del hogar y agrícolas a principio y mediados del siglo XX. Viendo lo bien que nos lo pasamos escribiendo y editando el libro nos animamos a seguir escribiendo sobre objetos y otras historias con un Blog propio; así pues nos embarcamos en la aventura de comenzar a escribir y compartir con vosotros diferentes contenidos.

Tras una entrada de presentación allá por febrero continuamos continuamos con otra hablando de los objetos de esparto. Una visita que hicimos al Museo Arqueológico Nacional nos animó a ello. Seguimos ese mes con una historia curiosa sobre el aparato del “flis” y los posibles origenes de su nombre. La tercera entrada la dedicamos a las trébedes, ya que diversas personas nos indicarnos que se nos habían olvidado en el libro (y tenían razón) y es un objeto que no puede faltar en cualquier colección de objetos antiguos sobre el campo.

El mes de marzo lo comenzamos escribiendo sobre los lebrillos de Fajalauza, fábrica de cerámica muy popular en granada. Llegamos al Día de San José y, como no, una entrada estuvo dedicada a un dulce típico, las flores manchegas, que elaboran nuestra madre Pepa y nuestra tía Pina para celebrar el citado día. Repasamos la receta y su elaboración ¡Que buenas que están y que pinta tienen las de la foto!. La siguiente entrada la dedicamos a las candelarias, celebración típica en ciertas zonas de España; repasamos su posible origen y la forma en que se conmemoran, haciendo hincapié en las celebradas en Almodóvar del Campo.


Las flores machegas.

En el mes de abril comenzamos a introducir algunas entradas sobre historia de nuestro pueblo, y dada la aceptación que tuvieron hemos continuado hasta el día de hoy con esa línea. La primera entrada repasaba las Relaciones topográficas solicitadas por Felipe II y a partir de ellas dibujamos como podría ser la vida en Almodóvar del Campo en el siglo XVI. También escribimos otra entrada sobre las tiendas de ultramarinos, típicas a finales del siglo XIX y XX y que actualmente se están viendo superadas por supermercados y establecimientos “low cost”. Fueron un lugar, además de para realizar la compra, la gente del barrio iba a hablar y contar sus vivencias. Su olor, decoración y la personalidad del dueño impregnaban personalidad a estos pequeños que poco a poco están desapareciendo. El mes lo acabamos hablando sobre las diferentes partes del arado, entrada que nos pareció interesante escribir con el fin de que aquellas personas que leyeran el libro “Aperos y Objetos Olvidados” también pudieran localizar las piezas en el conjunto del arado y arreo.


Situación de la desaparecida ermita del Espíritu Santo.

Mayo ha sido de los meses más prolíficos en entradas. Comenzamos hablando sobre la desaparecida ermita del Espiritu Santo y el Bacín de la Reina. A partir de una conversación con Carmen de Gregorio, ésta nos facilitó la ubicación de la ermita e investigando algo sobre el tema completamos un interesante entrada. Continuamos publicando una entrevista a un joven Alfredo Palmero que le realizaron en 1920, en el periódico local El Defensor; en ella nos muestra su carácter y nos cuenta cosas sobre sus vivencias en Madrid y planes de futuro. La administración e industria en Almodóvar en 1879 fueron objeto de otra entrada. Los datos los obtuvimos a partir de la primera edición del anuario Bailly-Bailliere y con estos datos nos podemos hacer una idea de cómo era nuestro pueblo, en el ámbito administrativo y comercial a finales del siglo XIX. El trato que se dio en diversos medios escritos a un suceso que acaeció en la ermita de San Antón, la caída de un rayo, en 1889 ocupo otra entrada. El mes lo terminamos contando las aventuras de Pepe Vallhonrat, vecino de Almodóvar y que en sus andanzas acabó actuando en el mismo Broadway (Nueva York), con este curriculum deberíamos ponerle una placa en el Teatro (y otra en algún bar dadas sus correrías). La genial carta dirigida al secretario del Ayuntamiento en aquel tiempo, Robustiano Trujillo, es más que motivo para leer la entrada.


Articulo en el defensor con la carta escrita por Pepe Vallhonrat.

Llego junio y con el comenzó el verano. La caldereta de cordero ocupó nuestra primera entrada; repasamos la receta original de esta zona y homenajeamos a su ingrediente principal, el cordero del valle de Alcudia. Este mes publicamos una entrada sobre objetos de cocina imprescindibles a mediados del siglo XX, tales como una máquina de rallar pan, un pelador de patatas, una batidora o un cuerno para conservar la sal. incluimos fotografias y descripciones de los objetos presentados. Tras esta entrada escribimos otra sobre una costumbre desaparecida actualmente y que llamó la atención de Fermín Caballero, en un viaje que realizó a Almodóvar a mediados del siglo XIX, el “ojeo” de los mozos en el cerro de Santa Brígida. Mozos y Mocitas quedaban el día de santa Brígida en el cerro donde se encuentra la ermita de la Santa para pasar un día de campo y “echarse un ojo”. El mes termina con una entrada más técnica, a petición de algunos lectores, dedicada a explicar los pasos para suscribirse al blog.


La caldereta de cordero.

En julio presentamos en dos entradas un texto libre que escribimos en base a la documentación que encontramos sobre la última ejecución pública que se realizó en Almodóvar (parte 1 y parte 2). El pueblo se alzó en contra de la aplicación de la pena capital aunque esta se llevó a cabo finalmente. Continuamos con una curiosa historia sobre los encierros y nuestro Santo, San Juan Bautista de la Concepción. El Santo describe en uno de sus escritos como eran los encierros cuando él era un niño. Dado el año de nacimiento del santo, 1561, las referencias en el texto son anteriores a 1591, año en el que encontramos las primeras referencias escritas de los encierros. Posteriormente escribimos sobre los objetos que encontramos en un mercadillo de objetos antiguos que visitamos durante las vacaciones de este verano en un pueblo en el sur de Francia, Sare, donde encontramos multitud de objetos curiosos. Para finalizar el mes presentamos la primera parte de la historia de la fábrica de harinas La Purísima (parte 1), el negocio de la familia, merecido homenaje a nuestros padres, abuelos y tíos. Esta 1ª parte abarca desde aproximadamente 1920 a 1952.


Los reos de Almodóvar  7 de diciembre de 1892. El Liberal Madrid.

Hemos repasado en esta entrada todo lo escrito hasta el mes de julio. Agosto lo comenzamos hablando sobre el pisto manchego, pero hemos pensado que antes de continuar con una nueva publicación era buena idea parar una semana y hacer un resumen de lo publicado, para aquellos que no nos habéis seguido desde el principio podáis de un rápido vistazo conocer las entradas publicadas.

Poco a poco y pasito a pasito seguiremos escribiendo nuevas publicaciones que esperamos sean de vuestro interés. Asimismo estamos abiertos a vuestros comentarios y os animamos a que los compartáis con nosotros a través del blog , facebook o twitter. Gracias a todos y continuamos…


Los encierros de Almodóvar del Campo, años 60.













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Jacinto Ruiz García-Minguillán, Patricia Ruiz Carmona y Jacinto Ruiz Carmona. Enamorados de los objetos antiguos, su restauración e historia; así como de las tradiciones y costumbres de nuestra tierra.

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