En el duro invierno castellano siempre apetece un plato caliente. En esos días, la sopa de ajo o sopa castellana, la llamemos como la llamemos, aparece como uno de los grandes manjares de nuestra gastronomía popular y sin duda uno de los mejores reconstituyentes que existen para catarros, resfriados… y resacas!!
Hoy queremos dedicarle un pequeño homenaje a esta sencilla receta apta para todos los paladares y bolsillos.
Sopas de ajo listas para tomar.
Y aquí estamos, una manchega y un salmantino cocinando esta delicia y debatiendo su origen y su nombre, que nos quedan nada claro. Unos dicen que es una sopa típicamente Castellana, como uno de sus nombres indica y otros dicen que su origen es manchego, que nació de la humilde cocina de los pastores, los cuales tan sólo llevaban en el zurrón unos ajos, un poco de pan duro y algunas especias. La sencilla receta se pudo extender por toda la geografía ibérica gracias a la trashumancia y el plato fue modificando su receta, adaptando sus ingredientes a los existentes en cada zona, sin perder la base del ajo y el pan.
La sopa de ajo a la andaluza es básicamente igual a la castellana pero añadiendo coliflor y sin condimentarla con pimentón, además no es caldosa sino espesa; en la costa le suelen verter trozos de pescado. A la sopa de ajo aragonesa se le añaden huevos y picatostes. En la provincia de Cuenca, la variante local toma el nombre de sopa de pastor y en lugar de pimentón se usan pimientos choriceros. En La Rioja la hacen con tomate y pimientos. En Soria se añade un puñado de setas senderuelas al refrito con los ajos y al pimentón. En Segovia se le añaden cominos y se deja reposar la sopa en el horno. La mallorquina se elabora con cebolletas tiernas y berzas. En el País Vasco se prepara una sopa de ajo con bacalao llamada zurrukutuna, elaborada con pan de sopa: sopapo. Y seguro que nos dejamos muchas variantes a lo largo de la geografía Iberica.
La sopa de ajo a la andaluza es básicamente igual a la castellana pero añadiendo coliflor y sin condimentarla con pimentón, además no es caldosa sino espesa; en la costa le suelen verter trozos de pescado. A la sopa de ajo aragonesa se le añaden huevos y picatostes. En la provincia de Cuenca, la variante local toma el nombre de sopa de pastor y en lugar de pimentón se usan pimientos choriceros. En La Rioja la hacen con tomate y pimientos. En Soria se añade un puñado de setas senderuelas al refrito con los ajos y al pimentón. En Segovia se le añaden cominos y se deja reposar la sopa en el horno. La mallorquina se elabora con cebolletas tiernas y berzas. En el País Vasco se prepara una sopa de ajo con bacalao llamada zurrukutuna, elaborada con pan de sopa: sopapo. Y seguro que nos dejamos muchas variantes a lo largo de la geografía Iberica.
El nombre de Sopa Castellana se puso para diferenciar la sopa hecha en Castilla de la que se hacía en Leon. En la sopa Castellana el pan se añade al principio de la cocción mientras que en las provincias Leonesas el pan se añade al final de la cocción del caldo.
Aunque actualmente se consume principalmente en comidas y cenas, ha sido un almuerzo muy frecuente en las zonas rurales y siempre asociado a trabajos en el campo. También es muy típico su consumo bien entrada la noche, por ejemplo, en Zamora se sigue tomando en Semana Santa durante el jueves santo como alimento de los cofrades de la “procesión de los borrachos”. Al ser una receta muy humilde está muy ligada a la cuaresma y a la Semana Santa, formando parte de la gastronomía de nuestro país en dichas fechas. tras escribir estas lineas no podemos dudar de que España huele a ajo, y esta sopa nos es una de sus principales razones...y si no que se lo digan a Victoria Beckham.
Huela a lo que huela es lo que estamos cocinando en el frío día de hoy y a continuación os dejamos nuestra particular receta, que no es ni la autentica, ni la mejor, ni la más sofisticada, es la receta de la Sopa de Ajo que nos enseñaron a hacer nuestras abuelas.
Ingredientes necesarios para elaborar nuestra Sopa de Ajo.
Ingredientes (para los dos aquí presentes que estamos cocinando):
- Aceite de oliva.
- 6 ó 7 dientes de ajo, como dirían nuestras abuelas “al gusto”.
- Pimentón dulce, una cucharadita. - Jamón picado en daditos.
- 8 ó 9 rebanadas de pan duro.
- 2 huevos, uno por persona.
- 3 vasos y medio de agua.
Como veis no somos muy concretos en nuestras mediciones pero es que la receta tampoco lo requiere, sale rica siempre, aunque a veces lleve más de unas cosas y otra veces de otras.
Como se hace:
Se pone en una cacerola un chorreoncito generoso de aceite de oliva a fuego medio, se pican los ajos y se sofríen en el aceite. Cuando estos se empiecen a dorar se añade el jamón, y cuando este haya tomado color añadimos el pimentón dulce. Mezclamos todo durante escasos segundos para que no se nos queme el pimentón y añadimos el agua.
Dejamos cocer el caldo y cuando entre en ebullición añadimos el pan. Hay que probarlo para ver el punto de sal.
A la izquierda tenemos ya el sofrito con el ajo, el jamón y el pimentón y el agua, a la derecha añadiendo el pan.
El pan se puede tostar antes, o freír o añadir directamente, sin más. A nosotros nos gusta tostado.
Cuando veamos que el pan empieza a ablandarse añadimos los huevos, damos unas cuantas vueltas y directo a la mesa!! ¡Así de sencillo!
El dramaturgo Ricardo de la Vega hizo un poema dedicado a las siete virtudes de las sopas de ajo:
Siete virtudes
tienen las sopas
quitan el hambre,
y dan sed poca
Hacen dormir
y digerir
Nunca enfadan
y siempre agradan
Y crían la cara
colorada
Así que ya sabeis, que cuando el grajo vuela bajo y hace un frío del carajo hay que tomar ¡Sopas de Ajo!