Hoy vamos a publicar una entrada muy especial en el blog, ya que la vamos a dedicar al negocio familiar, la fábrica de harinas La Purísima sita en Almodóvar del Campo. Fábrica que fundaron el abuelo Manolo y el tío Jacinto. Vamos a repasar la historia desde sus inicios y comentar algunas curiosidades. La información presentada en esta entrada ha sido facilitada por mi tío José Manuel y mi padre Jacinto Ruiz García-Minguillán. Parte la historia, que ahora hemos ampliado y detallado, ya fue publicada en un artículo en la revista Gentes de Almodóvar que escribió José Manuel Ruiz García-Minguillán en su número 13. Dada la extensión final de la entrada la hemos dividido en dos partes; la primera abarca desde los inicios de Jacinto Pérez-Serrano en el mundo de la molienda hasta el inicio de la construcción de la fábrica actual (1920-1952) y la segunda desde ese momento a nuestros días (1952-2015). Esperamos que disfrutéis con esta historia.
La historia comienza hace ya casi 100 años, cuando Jacinto Pérez-Serrano Redondo contaba con unos 15-16 años, a principios de los años 20. Éste se trasladó a Almadén a aprender el trabajo de maestro molinero con el marido de su hermana Priscila, que era maestro molinero en la fábrica de los Sánchez Grandes. Estuvo en Almadén unos 3-4 años y posteriormente se trasladó a trabajar a Abenójar, en la fábrica de harinas de Antonino, ya como maestro molinero, coincidiendo en la citada fábrica con un pariente suyo que trabajaba como maestro panadero, Eugenio Pérez-Serrano. Antonino fue el padre de Pura Arredondo y estuvo casada con Don Hilario Fuentes Cárdos, Medico de Abenojar. Ambos fueron buenos amigos de la familia.
Nuestra familia siempre ha sido de agricultores, tanto el bisabuelo Eulalio, como el bisabuelo Juan Antonio eran agricultores y sus hijos también lo fueron mayoritariamente. Pura Ruiz Acero, hija de Juan Antonio, se casó con Jacinto Pérez-Serrano el 26 de abril de 1931 y se fueron a vivir a Abenójar. Pero Pura quería volver a Almodóvar y Jacinto comenzó a valorar diferentes opciones de montar un negocio propio.
A principios de los años 30 existía una pequeña molineta a las afueras del pueblo, en el camino hacia Villamayor, que pertenecía a José Porras Cabañeros, empresario local conocido por sus negocios de restauración como el Edén o Parisiana. Este pequeño molino constaba de un patio o corral, unas cuadras y una nave donde estaba la maquinaria. De esta antigua molineta queda el edifico anexo al lateral del edificio principal de la fábrica y en él se ubican actualmente las máquinas de limpia de trigo y la zona de envase. La molineta tenía alguna máquina pequeña de moler trigo y también molía con piedras, algo que ya estaba cayendo en desuso a principios del sigo XX. La molineta utilizaba electricidad pero anteriormente seguro que utilizó motores de gas pobre, en resumen era una pequeña instalación usada a nivel local.
Así pues, Jacinto llegó a un acuerdo con José Porras para traspasar el negocio y el matrimonio de Pura y Jacinto sobre el año 1933 se traslada a vivir a Almodóvar. Al no poder tener hijos se llevan como ahijado al hermano pequeño de Pura, Manuel Ruiz Acero, nuestro abuelo Manolo, que por aquel entonces tenía 13 años. Éste se va desvinculando poco a poco de la actividad agrícola, que había sido la actividad fundamental de la familia, al empezar a trabajar con Jacinto en la molineta.
Como no tenían suficiente dinero para la compra de la molineta, Manuel “el droguero” les ayudó con un préstamo. Manuel "el droguero" era cuñado de Jacinto porque estaba casado con su hermana Hilaria, y a su vez era tío del abuelo Manolo ya que era hermano del bisabuelo Juan Antonio. La compra se realizó antes de guerra, aunque la escritura de compra se realizó después, en 1940. En esta escritura se describe la compra por 15.000 pesetas de la antigua molineta de los Porras y en ella se escrituran dos tercios de la fábrica para Jacinto Pérez-Serrano y el tercio restante para Manuel Ruiz Acero.
El trabajo en la fábrica era duro ya que en ocasiones, por la demanda que tenían, era necesario moler de día y de noche. En todo caso la fabricación de harina no era un negocio muy boyante, por lo que siguieron compaginando el trabajo en la fábrica con otras labores agrícolas y ganaderas. Al tío Jacinto le gustaba mucho la ganadería y tenía arrendadas las fincas del Artuñero y los Quintillos en Abenójar, donde criaba corderos, y Majaitas y Villaviciosa en el valle de Alcudia, en las que practicaba la montanera (crianza de los guarros, o cochinos ibéricos, en libertad).
En aquellos tiempos el tipo de contrato que utilizaba el molinero con el agricultor era mediante maquilas, es decir, el agricultor entregaba el trigo en la fábrica y se le devolvían producto elaborado. Por ejemplo por cada 100 kg de trigo el agricultor recibía 75 kg de harina y 20-25 kg de harinilla (cabezuela) y salvado, además el agricultor pagaba un canon por la molienda, el último que recuerda Jacinto Ruiz García-Minguillán era de 38 céntimos por kg de trigo. En esa época era común que la gente cociera el pan en casas. Posteriormente y con el auge de las panaderías, el agricultor llevaba el trigo a estás, y la maquila la gestionaba el panadero con el fabricante de harinas. El panadero solía dar 100 kg de pan al agricultor por cada 100 kg de trigo que le entregaba el agricultor. La actividad de la fábrica era eminentemente local ya que cada pueblo tenía al menos un molino.
Llegó la guerra y la actividad de la fábrica cesó. Ambos fueron llevados al frente, Jacinto contaba con 31 años y Manolo solo tenía 17. Durante la contienda Jacinto cayó herido cuando reparaba un tanque en la finca de Madara en Almagro, salto una esquirla y lo dejo tuerto. En 1939 solicitó a industria la reapertura del negocio y comenzó de nuevo a operar. Manolo se incorporó de nuevo al negocio a finales de 1942, ya que tras la guerra tuvo que hacer el servicio militar en Sevilla y Talavera.
El negocio iba tirando, aunque eran tiempos muy difíciles por la cantidad de fábricas que existían y las malas artes de la competencia que en muchos casos practicaba el estraperlo. Éste consistía en comerciar con artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa; se aplicó especialmente al comercio de productos racionados posteriormente a la Guerra Civil Española, como era el caso de la harina. Las fábricas que practicaban el estraperlo vendían harina a un precio muy alto a una sociedad necesitada, sin declarar al estado su venta y obteniendo pingües beneficios al aprovecharse de la situación de carestía de productos y necesidades de la gente. En aquellos tiempos la producción y comercio de cereales y harina estaba totalmente intervenido por el gobierno, dado que eran productos básicos.
Durante estos años estuvieron trabajando en la fábrica José Sánchez Serrano, Constancio Romero Hinojosas, Gabriel García Prieto, Victoriano López Solís, Benito Santos Pareja, Aurelio Pérez-Serrano, Jacinto Reyero Rodríguez, Nicolás González Martín, Vicente López López, como consta en los partes de la inspección de trabajo que todavía se conservan. El sueldo mensual de un obrero en 1943 era de 252 pesetas al mes, es decir 1.52 euros al cambio actual, según hemos podido comprobar en algunas nóminas de la época. También tenemos que recordar a Antonio Viñas Rojas que fue el encargado de llevar las cuentas, a Manasé Notario y Pedro Fernández Moya; estos dos últimos alternaban en trabajo en la fábrica con labores en su agricultura.
El negocio iba funcionando y a principios de los años 50 Jacinto y Manolo se plantean realizar una restructuración del antiguo molino de los Porras, con el fín de modernizar las instalaciones y aumentar la capacidad de producción...
Continuará...
Fachada principal de la fabrica de harinas La Purísima
La historia comienza hace ya casi 100 años, cuando Jacinto Pérez-Serrano Redondo contaba con unos 15-16 años, a principios de los años 20. Éste se trasladó a Almadén a aprender el trabajo de maestro molinero con el marido de su hermana Priscila, que era maestro molinero en la fábrica de los Sánchez Grandes. Estuvo en Almadén unos 3-4 años y posteriormente se trasladó a trabajar a Abenójar, en la fábrica de harinas de Antonino, ya como maestro molinero, coincidiendo en la citada fábrica con un pariente suyo que trabajaba como maestro panadero, Eugenio Pérez-Serrano. Antonino fue el padre de Pura Arredondo y estuvo casada con Don Hilario Fuentes Cárdos, Medico de Abenojar. Ambos fueron buenos amigos de la familia.
Jacinto Pérez-Serrano Redondo. Años 30.
Nuestra familia siempre ha sido de agricultores, tanto el bisabuelo Eulalio, como el bisabuelo Juan Antonio eran agricultores y sus hijos también lo fueron mayoritariamente. Pura Ruiz Acero, hija de Juan Antonio, se casó con Jacinto Pérez-Serrano el 26 de abril de 1931 y se fueron a vivir a Abenójar. Pero Pura quería volver a Almodóvar y Jacinto comenzó a valorar diferentes opciones de montar un negocio propio.
A principios de los años 30 existía una pequeña molineta a las afueras del pueblo, en el camino hacia Villamayor, que pertenecía a José Porras Cabañeros, empresario local conocido por sus negocios de restauración como el Edén o Parisiana. Este pequeño molino constaba de un patio o corral, unas cuadras y una nave donde estaba la maquinaria. De esta antigua molineta queda el edifico anexo al lateral del edificio principal de la fábrica y en él se ubican actualmente las máquinas de limpia de trigo y la zona de envase. La molineta tenía alguna máquina pequeña de moler trigo y también molía con piedras, algo que ya estaba cayendo en desuso a principios del sigo XX. La molineta utilizaba electricidad pero anteriormente seguro que utilizó motores de gas pobre, en resumen era una pequeña instalación usada a nivel local.
Manuel Ruiz Acero. Año 1936.
Así pues, Jacinto llegó a un acuerdo con José Porras para traspasar el negocio y el matrimonio de Pura y Jacinto sobre el año 1933 se traslada a vivir a Almodóvar. Al no poder tener hijos se llevan como ahijado al hermano pequeño de Pura, Manuel Ruiz Acero, nuestro abuelo Manolo, que por aquel entonces tenía 13 años. Éste se va desvinculando poco a poco de la actividad agrícola, que había sido la actividad fundamental de la familia, al empezar a trabajar con Jacinto en la molineta.
Como no tenían suficiente dinero para la compra de la molineta, Manuel “el droguero” les ayudó con un préstamo. Manuel "el droguero" era cuñado de Jacinto porque estaba casado con su hermana Hilaria, y a su vez era tío del abuelo Manolo ya que era hermano del bisabuelo Juan Antonio. La compra se realizó antes de guerra, aunque la escritura de compra se realizó después, en 1940. En esta escritura se describe la compra por 15.000 pesetas de la antigua molineta de los Porras y en ella se escrituran dos tercios de la fábrica para Jacinto Pérez-Serrano y el tercio restante para Manuel Ruiz Acero.
Manuel "el droguero".
El trabajo en la fábrica era duro ya que en ocasiones, por la demanda que tenían, era necesario moler de día y de noche. En todo caso la fabricación de harina no era un negocio muy boyante, por lo que siguieron compaginando el trabajo en la fábrica con otras labores agrícolas y ganaderas. Al tío Jacinto le gustaba mucho la ganadería y tenía arrendadas las fincas del Artuñero y los Quintillos en Abenójar, donde criaba corderos, y Majaitas y Villaviciosa en el valle de Alcudia, en las que practicaba la montanera (crianza de los guarros, o cochinos ibéricos, en libertad).
En aquellos tiempos el tipo de contrato que utilizaba el molinero con el agricultor era mediante maquilas, es decir, el agricultor entregaba el trigo en la fábrica y se le devolvían producto elaborado. Por ejemplo por cada 100 kg de trigo el agricultor recibía 75 kg de harina y 20-25 kg de harinilla (cabezuela) y salvado, además el agricultor pagaba un canon por la molienda, el último que recuerda Jacinto Ruiz García-Minguillán era de 38 céntimos por kg de trigo. En esa época era común que la gente cociera el pan en casas. Posteriormente y con el auge de las panaderías, el agricultor llevaba el trigo a estás, y la maquila la gestionaba el panadero con el fabricante de harinas. El panadero solía dar 100 kg de pan al agricultor por cada 100 kg de trigo que le entregaba el agricultor. La actividad de la fábrica era eminentemente local ya que cada pueblo tenía al menos un molino.
Zona de la fábrica actual perteneciente a la antigua molineta de los Porras
Llegó la guerra y la actividad de la fábrica cesó. Ambos fueron llevados al frente, Jacinto contaba con 31 años y Manolo solo tenía 17. Durante la contienda Jacinto cayó herido cuando reparaba un tanque en la finca de Madara en Almagro, salto una esquirla y lo dejo tuerto. En 1939 solicitó a industria la reapertura del negocio y comenzó de nuevo a operar. Manolo se incorporó de nuevo al negocio a finales de 1942, ya que tras la guerra tuvo que hacer el servicio militar en Sevilla y Talavera.
Boletín oficial de la provincia de Ciudad Real. 13 de septiembre de 1939
El negocio iba tirando, aunque eran tiempos muy difíciles por la cantidad de fábricas que existían y las malas artes de la competencia que en muchos casos practicaba el estraperlo. Éste consistía en comerciar con artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa; se aplicó especialmente al comercio de productos racionados posteriormente a la Guerra Civil Española, como era el caso de la harina. Las fábricas que practicaban el estraperlo vendían harina a un precio muy alto a una sociedad necesitada, sin declarar al estado su venta y obteniendo pingües beneficios al aprovecharse de la situación de carestía de productos y necesidades de la gente. En aquellos tiempos la producción y comercio de cereales y harina estaba totalmente intervenido por el gobierno, dado que eran productos básicos.
Durante estos años estuvieron trabajando en la fábrica José Sánchez Serrano, Constancio Romero Hinojosas, Gabriel García Prieto, Victoriano López Solís, Benito Santos Pareja, Aurelio Pérez-Serrano, Jacinto Reyero Rodríguez, Nicolás González Martín, Vicente López López, como consta en los partes de la inspección de trabajo que todavía se conservan. El sueldo mensual de un obrero en 1943 era de 252 pesetas al mes, es decir 1.52 euros al cambio actual, según hemos podido comprobar en algunas nóminas de la época. También tenemos que recordar a Antonio Viñas Rojas que fue el encargado de llevar las cuentas, a Manasé Notario y Pedro Fernández Moya; estos dos últimos alternaban en trabajo en la fábrica con labores en su agricultura.
Parte de altas y bajas de la inspección de trabajo a partir del año 1942
Nominas año 1943
Continuará...