La visita de un forastero a las fiestas en el año 1920

Hace ya dos semanas, como casi todos los años, he pasado unos días en las fiestas de Almodóvar del Campo. Allí he formado parte de mi peña (Y tu que dices...) y hemos tenido unos agradables días disfrutando de los encierros, resto de festejos y compartiendo buenos momentos con familiares y amigos.

Durante los encierros existe gran animación en la zona aledaña a la plaza de toros, pero una vez que acaban éstos el pueblo se queda desierto, y es como si la tierra se tragará a todo el mundo, solo hay que pasear por el recinto ferial o por las calles para comprobarlo. Al menos es una sensación que he tenido algunas veces este año y, por lo que me han comentado varias personas, no soy el único. Los que formamos peñas nos vamos a comer con nuestro grupo y nos dedicamos a recibir a otras peñas y visitarlas y con ello pasamos el día, pero ¿Qué hace una persona que venga de fuera? Os dejo una curiosa crónica sobre la visita de un “forastero” a las fiestas de Almodóvar publicada en el diario El Pueblo Manchego en el año 1920.

Ayer visitamos al histórica ciudad de Almodóvar que se halla en plenas fiestas. Tres días destinados a festividades religiosas y los cinco restantes de la semana a capeas en figura de novillada.

A estas fiestas concurre escaso número de forasteros porque el programa tiene muy pocos aditamentos y porque además ni se anuncian ni se bombea, ni se dice nada. Parece que a los paisanos del maestro Ávila les place solazarse muy íntimamente.

Acompañado por un simpático viejecito del pueblo recorremos el casino, el teatro y demás centros de reunión- Ya ven ustedes –dice aquí no hay nada que denote que Almodóvar tiene fiestas. En otro tiempo, Almodóvar era envidiada en la provincia por el matiz cultural y original de sus fiestas. Se organizaban juegos Florales, Cabalgatas, festivales al aire libre y bailes de sociedad; se hacían esplendidas iluminaciones y se llevaban más mantones de Manila a los tablados. Había más sociedad, más ambiente progresivo, más amor a la patria chica, más plétora de juventud.

Este año –prosigue mi acompañante ya vé, la plaza sin vida, sin alegría, porque la mujer no concurre. El teatro, con una compañía sin complemento de coros y orquesta, ofrece un desolador aspecto porque la Empresa de alumbrado parece que se complace de tener aquello a oscuras; los bailes del Casino se han suspendido por dificultades de organización; pena da confesar que Almodóvar ofrece este año un cuadro con todas las tristezas y todos los contrastes de una civilización, pero hay que rendirse a la evidencia.

¿Pero Almodóvar no es pueblo fuerte y vigoroso con resistencia para acometer las empresas que demanda el progreso de los tiempos?

Si; pero no hay hombres de iniciativas, se piensa además muy pobremente y el dinero se guarda en las recondieces de profundos sótanos, olvidando sus dueños el deber que tienen con la colectividad.

Es la crisis de hombres, la crisis de ideales, ¡Qué Lastima!

Y de Almodóvar regresé más que divertido agobiado por la pesadumbre


La de los dientes blancos

La verdad es que parece que 1920 no fue el mejor año para las fiestas. Posteriormente como podemos ver con fotografías o los programas de fiestas, éstas volvieron a resurgir con gran animación en las calles. En todo caso me ha llamado la atención la descripción realizada ya que, salvando las distancias temporales, en muchos casos es asimilable a la situación actual.

En fin, espero que sigamos disfrutando de las Fiestas durante muchos años más, que la animación resurja en las calles y que tanto forasteros como locales puedan pasar buenos momentos de diversión y jarana para que no se repitan fiestas como las de aquel 1920.


Share:

0 comentarios