La enramá de los quintos, una costumbre perdida.

Las costumbres son prácticas tradicionales que lleva a cabo una colectividad en un lugar. Aparecen en unas determinas circunstancias y con el paso de los años suelen cambiar su forma adaptándose a los cambios sociales y tecnológicos; en otras ocasiones los citados cambios provocan su desaparición. Hoy vamos a escribir sobre una costumbre que poco a poco fue desapareciendo de la vida de Almodóvar del Campo y hoy prácticamente ha caído en el olvido, la enramá o ramo.

Despedida de un quinto que se incorporaba al servicio militar, aproximadamente 1930. Fotógrafo desconocido. Libro Imágenes Vividas, Historia Fotográfica de Almodóvar del Campo, 1995. 

Con el nombre de enramá encontramos diversas costumbres y tradiciones a lo largo de la península, todas ellas con un factor común, el emparejamiento de jóvenes y un símbolo común, un elemento vegetal, rama o flor, que es la que da nombre al acto. Así pues en Pinofranqueado, en la Urdes llaman enramá a una fiesta en la que se emparejan jóvenes en la víspera de la San Bartolomé; las chicas colocan la enramá, consistente en un collar de flores silvestres sobre el chico y tienen durante un periodo de tiempo aparentar que son novios. En Navahermosa, Toledo, durante la noche de San Juan los chicos echan la enramá sobre las chicas, lo que cosiste en colocar una flor o rama de árbol en la puerta de la novia o chica pretendida; y así podemos seguir comentando costumbres similares en otros lugares. En Almodóvar también había una tradición denominada la enramá; como verenos algo más "gamberra" que las descritas pero con puntos en común con ellas. 

A partir de unos apuntes que facilitó Joaquín Peñalvo a Jacinto Ruiz García Minguillán y textos en el libro de Historia de Almodóvar del Campo que escribió Eduardo Agostini, vamos a intentar explicar en qué consistía esta curiosa costumbre que tenían los quintos de Almodóvar.

No hace tanto tiempo el servicio militar era para muchos la única oportunidad de salir del pueblo. En la víspera de su marcha los mozos recorrían el pueblo señalando con azulete o almagra la casa de su novia o de la chica que pretendían. Esta marca, que aparece al lanzar el liquido contra la fachada, aparentaba lo que podía ser una rama de un árbol, de ahí el nombre de enramá o ramo. Podemos imaginarnos el enfado del padre al ver como le dejaban la fachada de la casa marcada unos jóvenes que iban de fiesta por su marcha al servicio militar,  a la vez también imaginamos la risueña sonrisa de la pretendida, o consumado enfado sino era pretendida por el que ella quería.

Se indica en el documento facilitado por  Peñalvo que:

En relación a esta tradición nos cuentan nuestros mayores que antiguamente los mozos se iban a la mili en el primer trimestre del año. Antes de irse, salían de ronda por el pueblo y echaban la típica enramá, consistente en pintar la fachada de la novia o moza que le gustaba con una especie de polvos disueltos en agua de color azul o rojo.

Casa cercana al Altozano, donde en el lado derecho a la ventana del piso superior se puede intuir restos de una enramá.

La finalidad de poner la enramada a una moza era doble. En primer lugar, se suele interpretar como un obsequio, un tributo personal a la mujer que se intenta cortejar; en segundo lugar sirve para comunicar al pueblo la elección que cada mozo había hecho"

Agostini asocia esta tradición a los gañanes, personas que trabajaban en el campo a las ordenes de otra persona. Sobre ellos indica en su libro:

… No ocurre así con estos típicos gañanes, representantes del Almodóvar tradicional, fuertes, simpáticos, generosos, que visten blusa azul y los domingos y días festivos cuellos almidonados en competencia por su blancura; que asisten a las bodas separándose los hombres de las mujeres; que pelan la pava en las rejas, cubiertos en invierno por una enorme manta que les hace invisibles a los novios; que no salen del pueblo para otra cosa que para el servicio militar, recorriéndolo en vísperas de la partida con su típica enramá señalando cada uno con salpicaduras la casa de la novia. Estos típicos gañanes hablan un castellano mezcla de clásico y decandente “ha dicho y que usted no vendría”; “le he visto de correr”; “de que me vido lo trujo”… “Ven acá aquí”; “Veros de ahí”.

Extracto sobre las costumbres de los gañanes. Página 150 libro de Historia de Almodovar de Eduardo Agostini. 

Entre los quintos que iban de enramá era costumbre apostar a ver quien dibujaba el mejor ramo, y de esta forma determinar quien pagaba la “convidá”. Los mismos participantes actuaban como jueces e iban viendo los ramos uno por uno para calificarlos. Los que obtenían menos puntos eran los encargados de pagar. Una copilla típica que cantaban mientras iban de casa en casa era la siguiente:

En tu puerta, niña,
Hay una arboleda
Que lleva los ramos
A tu cabecera.


Restos de la enramá en una casa en la calle de Francisco Laso.  Se puede apreciar ténuemente al lado del escudo que hay sobre la puerta.

Actualmente ya quedan pocas fachadas que mantengan el ramo, si alguno tiene una fotografía antigua agradeceríamos que nos la enviara para publicarla en la entrada. Hemos podido fotografiar dos casas en las que todavía se observan restos de la enramá, una sita cerca del altozano y otra en la calle Francisco Laso, aunque ya están en muy mal estado.

La costumbre del ramo o enramá fue desapareciendo poco a poco al ir desapareciendo los gañanes y los quintos. Aun cuando sea una costumbre desaparecida es siempre interesante recordarla, algunos de nuestros antepasado seguro que pintaron un buen ramo en casa de nuestras abuelas o bisabuelas. Tuvo su momento y su por qué; quizá ahora no se entienda lo de pintar la fachada de la pretendida, pero en su momento formó parte de las tradiciones y forma de vida de los habitantes de Almodóvar del Campo. Quizá esta tradición de cortejo pueda ser recuperada en otra forma en un futuro próximo.

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1 comentarios

  1. Esa tradición también fue popular en Almendros (Cuenca) y pueblos de la comarca. Allí se utilizaba habitualmente el añil o el cemento para tintar el agua que se lanzaba con un cubo a la fachada encaladas de las mozas pretendidas.

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